Fe real y bonitas nociones irrelevantes

Por Jared Buss (Traducido por computadora al Español)
     
Jesus raises Jairus's daughter.

Cuando las cosas van mal, ya sea en nuestra vida personal o en el mundo que nos rodea, la religión puede empezar a parecer irrelevante. O quizá sería más exacto decir que empieza a parecernos una esperanza inútil. Se siente como un equipaje que ya no tenemos por qué llevar encima. Las enseñanzas religiosas pueden empezar a parecer ideales sin sentido, y las prácticas religiosas pueden parecer inútiles. Puede que veamos los líos de nuestra vida y digamos: "Mis ideales no han evitado que esto ocurra". O puede que veamos la tragedia y el caos en las noticias y digamos: "¿Cómo va a cambiar esto yendo a la iglesia?".

Pero todo este pensamiento es al revés. La religión no es un artículo de lujo. No es algo con lo que adornamos nuestras vidas para atestiguar que la vida va estupendamente. No es algo hermoso que hacemos porque somos personas hermosas. Si la religión es lo que está destinada a ser, entonces sólo se vuelve más relevante cuanto más se desmoronan las cosas.

La prueba más clara de esto es la conocida afirmación del Señor: "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento" (Mateo 9:13; Marcos 2:17). La gente se deja llevar tan fácilmente por la idea de que la religión es para gente justa, pero el Señor dice "no es así". Y qué bueno, porque ¿dónde están esos justos? Él vino aquí por los pecadores. Vino a la tierra para la gente que ha creado desastres en sus vidas, no para felicitarlos, sino para ayudarlos. Para salvarlos.

Por eso hay tantas enseñanzas duras en la Palabra. El Señor nos dice cómo luchar batallas espirituales-cómo evitar los males que desenterramos dentro de nosotros mismos. Si esperamos que la religión sea un adorno hermoso para gente hermosa, estas enseñanzas son chocantes. Son un poco como un curso de primeros auxilios. ¿Quién quiere pasar el tiempo pensando en heridas? Si la vida fuera una tarde de sábado en un sillón, no habría necesidad de pensar en esas cosas. El valor de la formación en primeros auxilios se pone de manifiesto cuando algo va mal. Del mismo modo, si creemos que no hay nada malo en nada ni en nadie, es difícil entender por qué el Señor tiene tanto que decir sobre el arrepentimiento. Pero si el mal es real, todo tiene sentido. Ese mal es de lo que Él está tratando de salvarnos. Por eso nos dice tantas veces que lo necesitamos, que necesitamos su poder. "Aun los jóvenes se fatigarán y se cansarán, y los mozos caerán por completo, pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas" (Isaías 40:30, 31).

Nada de esto significa que debamos tener una visión negativa de la vida. La Palabra no está ahí simplemente para enseñarnos que los tiempos difíciles son reales y que necesitamos ser salvados. El mensaje de la Palabra es que el Señor puede darnos alegría a pesar de las cosas difíciles-a pesar del mal-si se lo permitimos. Él dice: "Por eso ahora tenéis tristeza; pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, y vuestra alegría nadie os la quitará" (Juan 16:22). No es sólo un ideal de altos vuelos. Es mucho más poderoso que la idea de que la vida debe ser bonita. Si el Señor está siendo "real" cuando habla de las cosas duras y dolorosas, de la soledad y la pérdida, entonces quizá también esté siendo "real" cuando promete que puede consolarnos.

Gran parte del mundo parece creer que la religión es cada vez más irrelevante. El mundo parece decir que la religión no nos ha curado de nada, así que es un peso muerto del que la raza humana puede prescindir. Pero esto es al revés. Las enseñanzas de la Palabra son relevantes porque el mundo necesita curación. Esta curación no es algo que podamos buscar para nosotros mismos: es algo que podemos compartir, si tenemos el valor. Cuando hacemos esto, no estamos compartiendo un pequeño ideal feliz. No debemos señalar a la religión como algo meramente "interesante". Estamos hablando de las cosas más reales de la vida: de la lucha y el dolor, y de la alegría que los trasciende.