Comentario

 

El matrimonio del bien y la verdad

Por New Christian Bible Study Staff, Julian Duckworth (Traducido por computadora al Español)

El matrimonio del bien y la verdad puede ser pensado como la unión entre nuestro deseo de bien y nuestra comprensión de cómo ser bueno. Esta relación no es estática sino dinámica; el bien nos lleva a buscar la verdad, y las verdades se mantienen independientes de nuestros cambios de estado, de modo que podemos medirnos con ellas y decidir aplicarlas en nuestras propias vidas como si fueran buenas. Este proceso es la base de la regeneración humana.

Desde la infancia, todos estamos comprometidos en una lucha entre nuestros corazones y nuestras mentes, entre las cosas relativamente egoístas que queremos y las cosas más nobles que sabemos que son correctas. Cuanto más hagamos lo que sabemos que es correcto, más el Señor podrá lentamente empezar a cambiar nuestros corazones, quitando el egoísmo poco a poco para que el verdadero amor pueda llegar. Este es un proceso de toda la vida, pero en última instancia podemos llegar a un estado en el que nos encanta hacer lo correcto, y nuestros corazones y mentes pueden "casarse" para que puedan trabajar como un todo unido.

Todo en la creación es una forma de este matrimonio. En la sociedad humana, se puede encontrar de muchas maneras. Puede existir dentro de cada persona individualmente. Puede existir entre un marido y una mujer, ya que las mujeres tienen dones para recibir el deseo del bien y los hombres tienen dones para recibir la comprensión de la verdad. Puede ser forjado por un grupo de personas como una iglesia. Y existe entre el Señor como novio y la iglesia como novia.

Cuando la Biblia habla de matrimonio, casamiento y bodas, también está hablando en un nivel más profundo sobre el matrimonio espiritual de bien y verdad.

(Referencias: Arcana Coelestia 2466; Sobre el Amor Conyugal y Sobre el Amor Inmoral 44 [6])

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Delicias de la Sabiduría sobre el Amor Conyugal #44

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44. Segundo Memorable:

Yo vi cierta vez a tres espíritus novicios venidos de nuestro mundo, quienes vagaban en derredor, examinando e indagando.

Y estaban admirados de que vivieran absolutamente como hombres, así como antes, y de que vieran cosas similares a las que veían antes. Pues conocían que ellos habían partido del mundo precedente o natural, y allí ellos habían creído que ellos no iban a vivir como hombres, sino hasta después del día del último juicio final, cuando ellos serían circundados con la carne y con los huesos escondidos en sus sepulcros. Por lo cual, para que fueran privados de toda duda sobre si ellos eran verdaderamente hombres, ellos por turnos se inspeccionaban y se tocaban a sí mismos y a otros. Además, palpaban los objetos, y mediante mil cosas se confirmaban, de que ellos eran ahora hombres como en el mundo precedente, sólo que ellos se veían unos a otros en una luz más clara, y a los objetos en un esplendor superior, y así más perfectamente.

[2] Entonces, fortuitamente dos espíritus angélicos se los encontraron y los retenían, diciéndoles: “¿De dónde sois?” Y respondieron: “Nosotros hemos partido del mundo, y de nuevo vivimos en el mundo; así que nosotros hemos emigrado desde un mundo para otro mundo. Por esto nos maravillamos ahora.”

Y entonces los tres novicios interrogaron a los dos espíritus angélicos sobre el cielo; y porque dos de los tres novicios eran adolescentes, y desde sus ojos era emitida como una chispa de libídine por el sexo, los espíritus angélicos dijeron: “¿Acaso habéis visto mujeres?” Y ellos respondieron: “Vimos.”

Y porque ellos habían interrogado sobre el cielo, [los espíritus angélicos] dijeron estas cosas: “En el cielo todas las cosas son magníficas y espléndidas, y tales como el ojo nunca ha visto. Y hay allí vírgenes y adolescentes; vírgenes de tal belleza, que ellas pueden ser llamadas “la Belleza en su [propia] forma”, y el adolescente de tal moralidad, que ellos pueden ser llamados “la Moralidad en su [propia] forma”; y la belleza de las vírgenes y la moralidad de los adolescentes, se corresponden entre sí como formas mutuas y compatibles.”

Los dos novicios inquirieron entonces, si acaso las formas humanas en el cielo eran absolutamente similares a aquellas en el mundo natural, y les fue respondido, que son absolutamente similares. “Nada se quita del hombre, y nada de la mujer. En una palabra: un hombre es un hombre, y una mujer es una mujer, en toda la perfección de la forma en la cual ellos fueron creados. Si lo deseas, sepárate y explora en ti, si acaso algo falta, y si acaso no eres un hombre, así como antes.”

[3] Los Novicios dijeron de nuevo: “En el mundo de donde nosotros hemos partido, nosotros oímos que en el cielo no se dan en casamiento, porque ellos son ángeles. ¿Acaso se da así el amor del sexo?” Los espíritus angélicos respondieron: “Vuestro amor del sexo allí no se da, sino el amor angélico del sexo, que es casto, desprovisto de toda atracción desde la libídine.”

Ante estas cosas, los novicios dijeron: “Si se da el amor del sexo sin ninguna atracción, ¿qué es entonces el amor del sexo?” Y pensando sobre este amor, ellos suspiraron y dijeron: “¡Oh, cuán seco es la alegría del cielo! ¿Qué adolescente puede desear entonces ir al cielo? ¿Acaso tal amor no es estéril y desprovisto de vida?”

Ante estas cosas los espíritus angélicos respondieron sonriendo: “Sin embargo el amor angélico del sexo, o [el amor] tal cual él es en el cielo, está sin embargo pleno de las delicias más íntimas. Es la más amena expansión de todas las cosas de la mente, y de ahí de todas las cosas del pecho; y dentro del pecho es como si el corazón jugara con el pulmón, de cuyo juego salen la respiración, el sonido, y el lenguaje. Estas cosas hacen que los consorcios entre los sexos, o entre los adolescentes y vírgenes, sean las suavidades celestes mismas, que son puras.

[4] Todos los novicios que ascienden al cielo son examinados sobre cuáles son cualitativamente en su castidad; porque ellos son admitidos en la compañía de las vírgenes, las bellezas del cielo, y desde su sonido, su lenguaje, su faz, sus ojos, sus gestos, y la esfera que de ellos emana, aquéllas perciben cuáles son cualitativamente ellos en cuanto al amor del sexo. Ante el cual, si es incasto, ellas huyen y anuncian a los suyos que han visto sátiros o príapos. Además, ante los ojos de los ángeles, aquellos novicios realmente mutan, y aparecen como hirsutos, y en cuanto a sus pies como terneros o como leopardos. Y pronto aquellos son echados abajo, para que con su deseo libidinoso no maculen el aura de allí.”

Oídas estas cosas, los dos novicios dijeron de nuevo: “¡No hay así ningún amor del sexo en el cielo! ¿Qué es un amor casto del sexo, sino un amor exinanido de la esencia de su [propia] vida? ¿No son así entonces los consorcios de adolescentes y vírgenes allí, goces secos? ¡Nosotros no somos losas y estípites, sino percepciones y afecciones de vida!”

[5] Oídas estas cosas, los dos espíritus angélicos respondieron indignados: “Porque no sois todavía castos, vosotros ignoráis absolutamente lo que es el amor casto del sexo. Ese amor es la delicia misma de la mente, y de ahí del corazón, pero no simultáneamente de la carne bajo el corazón . La castidad angélica, la cual es común a uno y otro sexo, inhibe el tránsito de ese amor más allá de la barrera del corazón; pero dentro de ésta y sobre ésta, la moralidad de los adolescentes se deleita con la belleza de la virgen, en las delicias de un amor casto del sexo, las cuales son demasiado interiores y demasiado llena de encantos, para que puedan ser descritas por palabras.

Pero los ángeles tienen este amor del sexo, porque ellos tienen tan solo el amor conyugal, y este amor no se da simultáneamente con un amor incasto del sexo. El amor verdaderamente conyugal es un amor casto, y no tiene nada en común con el amor incasto. Es tan solo para con una [sola] desde el sexo, siendo removidas todas las otras; pues éste es un amor del espíritu y de ahí del cuerpo, y no del cuerpo y de ahí del espíritu, esto es, no es un amor que infesta al espíritu.”

[6] Oídas estas cosas, los dos adolescentes novicios se regocijaron, y dijeron: “¡Entonces hay allí amor del sexo! ¿Qué otra cosa es el amor conyugal?” Pero ante estas cosas, los espíritus angélicos respondieron: “piensa más profundamente, reflexionad, y vosotros percibiréis que vuestro amor del sexo es un amor extra-conyugal, y que el amor conyugal es absolutamente otro, al ser tan distinto de éste como el trigo de la paja, o más bien como lo humano de las fieras. Si cuestionáis a las féminas en el cielo: “¿Qué es el amor extra-conyugal?”, os asevero que ellas van a responder: “¿Qué es eso? ¿De qué hablas? ¿Cómo puede tal cosa, que así lacera los oídos, salir de tu boca? ¿Cómo puede un amor no-creado, ser producido en el hombre?”

Si entonces cuestionáis a aquellas sobre lo que es el amor verdaderamente conyugal, sé que ellas van a responder que no es un amor del sexo, sino el amor de uno [solo] desde el sexo. El cual no existe de otra forma, que cuando un adolescente ve a una virgen provista por el Señor, y la virgen al adolescente, y uno y otro sienten encenderse lo conyugal en sus corazones, y perciben, él que ella es suya, y ella que él es suyo. Pues se encuentra el amor con el amor, y hace que se reconozca a sí mismo, y al punto conjuga sus almas, y posteriormente sus mentes; y de ahí entra en sus pechos, y después de las nupcias aún más allá, y así se vuelve un amor pleno, que de día a día crece en la conjunción, hasta que ya ellos no son más dos, sino como uno.

[7] Yo también sé, que ellas jurarían que no saben de ningún otro amor del sexo; pues ellas dicen: “¿Cómo puede haber un amor del sexo, a no ser que sea tan mutuo y recíproco, que respire una unión eterna, la cual es el que los dos sean una única carne?”

Ante estas explicaciones, los espíritus angélicos añadieron: “En el cielo, ignoran absolutamente, qué es la escortación, ni que ésta sea dable. Los ángeles son frígidos en su cuerpo entero ante un amor incasto o extra-conyugal, y, viceversa, son cálidos en su cuerpo entero desde un amor casto o conyugal. Allí, en los hombres, todos los nervios se caen ante la contemplación de una prostituta, y se tensionan ante la contemplación de la esposa.”

[8] Oídas estas cosas, los tres novicios cuestionaron sobre si acaso es similar el amor entre los cónyuges en los cielos, que como en las tierras, y los dos espíritus angélicos respondieron, que es absolutamente similar. Y porque éstos percibieron, que aquéllos deseaban saber, si acaso había allí las mismas delicias últimas, ellos dijeron que éstas eran absolutamente similares, pero más beatíficas. “Porque la percepción y la sensación angélica son mucho más exquisitas que la percepción y la sensación humanas. ¿Y qué es la vida de ese amor, a no ser desde una vena de potencia? Cuando ésta es deficiente, ¿acaso no es deficiente este amor y se enfría? ¿Y acaso no es esa fuerza la misma medida, el mismo grado, y la misma base de ese amor? ¿Acaso no es su inicio, su afirmación, y su compleción? Es una ley universal, que las primeras cosas existan, subsistan, y persistan desde las últimas cosas. Así es también con este amor. Por lo cual, si no hubiera delicias últimas, no habría ningunas delicias del amor conyugal.”

[9] Los novicios cuestionaron entonces, sobre si nacen allí proles desde las delicias últimas de ese amor, y si no nacen proles, de qué uso son aquellas. Los espíritus angélicos respondieron, que no haya ningunas proles naturales, sino proles espirituales.

Los novicios cuestionaron entonces, sobre: “¿Qué son las proles espirituales?” Y ellos respondieron: “Mediante las delicias últimas, los cónyuges se unen más en el casamiento de lo bueno y lo verdadero, y el casamiento de lo bueno y lo verdadero es el casamiento del amor y de la sabiduría. Son el amor y la los que son las proles, las cuales nacen desde ese casamiento; y porque allí el marido es la sabiduria, y la esposa el amor de esta sabiduría, y también porque ambos son espirituales, por ello ningunas otras proles que las espirituales pueden ser concebidas y nacer allí. De ahí es, que los ángeles no tengan tristezas después de estas delicias, como algunos hombres en las tierras, sino hilaridad. Esto tienen ellos desde el influjo incesante de nuevas fuerzas por las precedentes, las cuales simultáneamente renuevan e ilustran. Pues todos los que vienen al cielo, retornan a su juventud vernal, y a las fuerzas de esa edad, y permanecen así en lo eterno.”

[10] Oídas estas cosas, los tres novicios dijeron: “¿Acaso no se lee en la Palabra, que en el cielo no se dan nupcias, porque ellos son ángeles?” Ante estas cosas, los espíritus angélicos respondieron: “Mirad hacia arriba al cielo, y se os responderá.” Y ellos cuestionaron: “¿Por qué mirar hacia arriba al cielo?” Ellos dijeron: “Porque es desde ahí que nosotros tenemos todas las interpretaciones de la Palabra. La Palabra en lo profundo es espiritual, y los ángeles, porque son espirituales, enseñarán su entendimiento espiritual.”

Y algún tiempo después, el cielo se abrió sobre sus cabezas, y dos ángeles vinieron ante su vista; y ellos dijeron: “Se dan las nupcias en los cielos, como en las tierras; pero para ninguno allí, sino para quienes están en el casamiento del bien y la verdad, ni otros son ángeles allí. Por lo cual, son las nupcias espirituales, las que se entienden allí , las cuales son las del casamiento del bien y de la verdad. Éstas se dan en las tierras, y no tras el óbito, así, no en los cielos. Como se dice sobre las cinco vírgenes fatuas, también invitadas a las nupcias, que ellas no pudieron entrar, porque no estaba en ellas el casamiento del bien y la verdad, pues ellas no tenían ningún óleo, sino tan solo lámparas. Por el “óleo” se entiende el bien, y por “las lámparas” la verdad; y “ser dado en nupcias”es entrar en el cielo, donde está aquel casamiento.”

Oídas estas cosas, los tres novicios estaban plenos de alegría, y llenos de deseo del cielo, y con la esperanza de las nupcias celestes, y dijeron: “Nosotros nos esforzaremos en la moralidad y en el decoro de la vida, para que podamos cumplir nuestros votos.”

  
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Muchas gracias a la "Heavenly Doctrine Publishing Foundation", por el permiso para utilizar esta traducción.